Edificio Safico

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Edificio Safico

Sobre Corrientes, una escalera racionalista que araña el cielo.

Con sus diez pisos en bloque, y otros quince escalonados, la del Edificio Safico es la vista más imponente viniendo por Corrientes desde el Bajo: un virtuoso ejemplar de “rascacielos de trabajo” y expresión del impulso modernizador que marcó la intendencia de Mariano de Vedia y Mitre, a quien le tocó concretar, entre 1932 y 1938, el ensanche de la avenida Corrientes, la avenida Juan B. Justo y el Obelisco.

Inaugurado en 1934, bajo la dirección del ingeniero suizo Walter Moll, supo ser–con sus 90 metros hacia el cielo- el edificio residencial y de oficinas más alto de la Ciudad. Su tríplex en los últimos tres pisos (del 23 al 25) fue la casa de su constructor y, años después, hogar de Pablo Neruda, siendo vicecónsul de Chile en Buenos Aires; el mobiliario que utilizaba fue conservado y restaurado, y se exhibe en el edificio. Junto al Safico pasó el Graf Zeppelin –también en el ’34- cuando sobrevolaba Buenos Aires, y así quedó inmortalizado en una célebre postal alusiva. Con su presencia, el Safico inauguró el nuevo ancho de 26 metros para la Avenida Corrientes.

En los ’70, un edificio contiguo fue demolido y liberó un solar que hoy es comedor improvisado para sus oficinistas. Gracias a ese pequeño vacío de edificación, su silueta, símbolo del Racionalismo modernista -esa estructura casi simétrica, revestida en mármol travertino- se recorta claramente a la vista del caminante, y semeja ser un pedacito de Manhattan o Chicago en Buenos Aires. Frente a “la falsedad” del eclecticismo inmigratorio y el caos ensoñado de la Belle Époque, el Safico –en diálogo con su primo hermano, el Edificio Comega, ya rozando Leandro N. Alem- fue un retorno al orden, y encarna, según el arquitecto Fabio Grementieri, “una monumentalidad menos presuntuosa que la estadounidense y menos idealista que la europea”.